Casi todas nos dejamos llevar por el enojo y la rabia en algún que otro momento. Entramos en cólera, gritamos y decimos cosas que no deberíamos decir nunca, y mucho menos de ese modo. Muy pocas personas no se dejan llevar por la cólera alguna que otra vez…
Es muy fácil decir que no hay que enojarse tanto, que con eso no va a solucionar nada… pero la realidad, aun sabiendo lo poco que soluciona, no es tan sencilla. Enojándonos no conseguimos nada, nadie se sentirá mejor, nos daña emocionalmente, nos lleva al enfrentamiento, al extremismo, a no escuchar razones, al estrés e incluso a relaciones rotas.
Cuando enfrentamos una acalorada discusión, ambas partes sentimos tener la razón. Y siendo así, no nos ayuda nada seguir en discusión, levantando la voz y haciendo ver más nuestra disconformidad. Por lo general, quien se siente criticado lo siente como algo injusto, y al continuar la discusión sólo profundizas el distanciamiento entre los dos.
Mejor que dejarse llevar por el enojo, con todas las malas consecuencias que ello trae, es encontrar puntos en común, diálogo y entendimiento para que puedan realizarse y aceptarse cambios por una o ambas partes. Pero para eso es necesario saber refrenar nuestras ansias de encolerizarnos y cantarle las cuarenta. Todos queremos ser escuchados, y si aprendemos a escuchar con atención le estaremos dando la oportunidad a la otra parte para hablar, al mismo tiempo estamos propiciando el ser escuchadas. Y para ello, nada más recomendable que calmarnos, tranquilizarnos, y puede que apartarnos en el peor momento para no hacer daño ni decir cosas que ante nuestra cólera podríamos llegar a decir.
PARA DAR UN EJEMPLO:
Uno de los lugares donde más surge este problema es en la familia, ya sea con la pareja o con los hijos. Los hijos por ejemplo, suelen mosquearse mucho reclamando más libertad mientras nosotras quisiéramos más comunicación, convivencia y tiempo juntos. Desean libertad en áreas que antes no tenían tanta libertad, por lo que empiezan a quejarse de tu trato, llegando a hacerlo de modo grosero y ofensivo, comparándote incluso con una carcelera que pretende que sea tu perrito faldero.
Lo normal en estos casos es acabar poniéndonos a la defensiva, pero propiciando con ello una peor relación y discusiones con resultados desastrosos para ambas partes. Es necesario pensar muy bien en lo que diremos, no decir lo primero que se nos ocurra, tomando en cuenta que es necesario llegar al fondo de las causas del enojo, tratar de razonar por medio del diálogo, evitando hasta donde sea posible las palabras hirientes que pueden traer consecuencias en contra de quien las dice, y daño emocional en quien las recibe.
Con las personas que no son de la familia suele ser más fácil: podemos alejarnos de ellas. Con las personas que vemos a diario (trabajo o familia) tenemos que aprender a controlarnos mejor, y técnicas que nos ayuden a responder de mejor manera, más constructiva.
TÉCNICAS QUE PODRÍAN AYUDAR:
- Respirar profundamente, sintiendo que la respiración llegue al diafragma. Imagina que la respiración te “infla” el estómago.
- Evita respiraciones cortas, tratando de no dejar que la respiración se quede en el pecho.
- Contar despacio, tan despacio como sea posible de uno en uno hasta diez, repetirlo cuantas veces sea necesario.
- Buscar el momento adecuado y propicio para hablar.
- Cuidar el tono de voz evitando las palabras altisonantes, para no invitar al otro a responder en el mismo tono.
Tengamos en mente que si hablamos cuando estamos a flor de piel, la ira puede llevarnos a decir cosas que no sentimos realmente. No controlarnos y dejarnos llevar por la ira puede llevarnos a destruir una relación, lastimar los sentimientos de otras personas, a lo mejor de seres amados… y aunque el arrepentimiento llegue, muchas veces puede ser muy tarde para rearar el daño.
© Autor: Amanecer cautiva del amor.
Me gustaría que me respondieran. Si yo callo, el agresor cree que tiene la razón y por esa causa yo me quedé callada. No sabe que estoy haciendo un plus esfuerzo para no contestar en el mismo tono y con las mismas grosería. Que puedo hacer entonces para que no se mal entienda mi silencio con aceptación o resignación? Que puedo hacer para evitar confrontarme con una persona con la que convivo pero no tenemos ni comunicación para decirnos buenos días? Es muy difícil no reaccionar y vivirme tragando la ira, al fin yo me intoxico y la otra se desahoga.
Mi abuela decía: “el callar vale oro”, más bien yo diría: “quien calla es más inteligente que quien grita”, porque para una discusión se necesita a dos, si una persona comienza a gritar es porque está en el punto más alto de su ira y no puede controlarse; entonces, más vale que la otra persona se calle y ponga espacio de por medio, algo así como “un tiempo fuera”, y cuando las aguas se hayan calmado, discutir el asunto que llevó a la crisis como dos personas civilizadas.
Todos nacemos con un determinado temperamento, pudiendo ser este: sanguíneo, colérico, melancólico y flemático. El temperamento es innato a nosotros y nos acompaña hasta la muerte; sin embargo, absolutamente todos somos capaces de modificar nuestro carácter, en ello estriba lo valioso de cada ser humano, en nuestra capacidad de mejorar como personas modelando nuestro carácter. Obviamente no es nada fácil, sobre todo cuando tenemos un temperamento colérico y reaccionamos muy fácil ante las ofensas; también influye el hecho de que aprendimos alguna vez a no quedarnos calladas, a defendernos ante los abusos y a demostrar que podemos ser más fuertes que quien nos está enfrentando; como mi padre decía siempre a sus hijos: “jamás se dejen pisar el poncho” un dicho muy popular en su lugar de nacimiento, que hace alusión a que las personas jamás debemos permitir que otra viole nuestros derechos.
Desde mi experiencia personal, tanto en el mundo laboral, como familiar y amical, he aprendido a costa de duras lecciones que no es nada grato dejarse llevar por el temperamento, que es más saludable hacer todos los esfuerzos para modelar nuestro carácter, y que con ello se consigue mejores resultados haciendo de ti una mejor persona cada día, te aseguro que vale la pena el esfuerzo y lo que es más, le darás a esa persona una lección de vida que jamás olvidará.
Con respecto a tus interrogantes, es verdad que no es saludable vivir con alguien que agrede constantemente y no se da cuenta o no quiere darse cuenta de que está haciendo daño; en este caso, es mejor poner las cartas sobre la mesa, pero antes has una lista con las 10 virtudes y los 10 defectos de la persona con quien convives, evalúalas y prepara otra lista con las cinco razones por las cuales te quedarías con él y las cinco razones por las cuales no podrías vivir con él. Evalúa concienzudamente si el esfuerzo vale la pena, si las razones por la cuales se enfrentan están relacionados a los valores y los principios, no hay vuelta de hoja, lo demás puede ser manejable; mírate al lado de esa persona en 10 o 20 años a futuro, evalúa si podrías envejecer a su lado sin preocuparte de nada más porque sabes que cuidará de ti y será un compañero hasta el final; porque los hijos se van, no son propiedad de los padres, ellos formarán su propia familia y solo quedarán ustedes dos, solos como cuando comenzaron. Cuando tengas tus conclusiones y consideres que son favorables para continuar con esa relación, pídele a él que también haga lo mismo y luego, dense un tiempo para conversar y poner las cartas sobre la mesa, es muy importante que ambos discutan sobre el asunto.
Mi pareja y yo hemos tenido muchas discusiones, ambos tenemos un temperamento colérico, pero a lo largo de los años de convivencia hemos aprendido a modelar nuestro carácter, no ha sido fácil y nos ha llevado mucho tiempo, pero valió la pena porque ambos nos esforzamos y somos mejores personas cada día, en nuestro caso estuvo a favor el hecho de que nuestras discusiones no tenían ninguna relación con los valores o los principios, casi siempre discutíamos por tonterías o por causas ajenas a nosotros; conversamos mucho sobre el asunto, todavía recuerdo lo que él me dijo un día: “si pongo en una balanza tus virtudes y tus defectos, no voy a permitir que solo un 2% de tu personalidad (refiriéndose a mis defectos) me ciegue ante tus virtudes”. Lo mismo hice yo, valoré a la persona en su real dimensión y concluí que con nadie más que con él podría envejecer en paz, me siento segura a su lado, sé que estará conmigo en las buenas y en las malas, y eso ya es bastante. Aún nos falta recorrer un largo camino, nos falta mejorar mucho todavía, pero estamos en el camino correcto y lo que es más valioso, ambos tenemos la convicción y la certeza de lo que estamos haciendo.
Ánimo, no todo puede estar perdido, pero siempre opta por lo que es mejor para tu salud emocional y física, finalmente solo tenemos una vida y debemos procurar que esta sea lo más armoniosa posible. SUERTE.