Ese amigo tuyo que te ama… ¡no es tu hermano!

Hoy quiero hablarte de una mujer que sólo quería amor, siempre estaba en la búsqueda del amor… pero sin suerte alguna. Podría  sorprenderte, pues era una gran mujer, sus ojos estaban llenos de paz y tranquilidad, su rostro alegre siempre lo iluminaba todo, y su corazón de oro era destacable. Pero nunca supo quererse y valorarse debidamente, ni supo que el amor no es algo que se busque sino que es algo que simplemente te encuentre a ti. Cuando te llega el amor no hay nada que puedas hacer: sin darte cuenta, te atrapa.

A veces el amor está más cerca de una de lo que piensa, incluso a nuestro lado como en el caso de esta historia que te voy a contar… El caso es que ella siempre seguía buscando ese amor que no encontraba por ninguna parte. La recuerdo siempre así, en la triste, decepcionante y eterna búsqueda de un amor que nunca encuentra. No era feliz, nunca lo fue y tal vez nunca lo sea… porque parece que siempre va a seguir buscando amor en el lugar equivocado.

¿Por qué no encuentra amor? Tal vez porque no es capaz de reconocerlo. Sólo quien la conoce bien sabe mirar a través de los ojos sin necesidad de palabras, sólo quien de verdad la quiere entiende sus estados de ánimo, sus idas y venidas… entiende que está mal y descentrada, y no anda en buen camino. Sólo quien la quiere de verdad se preocupa por ella, o llora y sufre por ella porque aunque son almas afines y almas gemelas, parecen destinadas a desencuentros y encuentros inesperados. Sólo quien la conoce la comprende aunque no la entienda, sólo quien la conoce bien puede seguir a su lado aunque se sienta dolido e ignorado… y sólo quien de verdad la quiere se enamora de su alma sin buscar sacar provecho de su cuerpo como hacen los demás. Hay alguien así a su lado, pero ella prefiere ignorarlo.

Seguramente llegará el día en el que se dé cuenta de que tuvo el amor muy cerca, pero que por los motivos que sea, no lo supo valorar hasta que fue demasiado tarde. Se mirará frente al espejo, con sus canas, arrugas y vista ya cansada… y verá la vida pasar y el tiempo perdido. Quizás sea cuando ya nadie la busque, cuando ya nadie le haga regalos caros, ni la lleven a cenar…  quizás entonces comprenderá que el amor se demuestra en pequeños detalles como los que recibió de alguien que siempre estuvo ahí para ella, pendiente de ella. Y quizás  entonces se dará cuenta de que ese era un amor que lo daba todo por ella, que siempre esperaba por ella, que nunca se rendía y siempre se mantenía con fe, esperanza e ilusión. Es posible que algún día se dé cuenta de que tuvo un amor especial, que le daba todo aunque nada recibía de ella; un amor que merecía ser valorado y no ignorado como siempre lo fue.

Sólo se trata de pequeños ratos, pequeños momentos que ella nunca supo valorar… pero quién sabe, es posible que incluso con el pasar de los años él la siga esperando, porque nunca se pudiese olvidar de sus ojos y porque la quería demasiado. Quizás no sea tarde todavía y todavía le quede tiempo para darse cuenta de que nunca nadie le ha querido tanto como él, y que los vacíos que ella siente sólo los puede llenar el verdadero amor. Nadie la quiso como él a ella; para él ella lo era todo pese a que ella no se daba cuenta de lo que se le ofrecía. Para él su presencia lo llenaba todo, en su corazón no había sitio para nadie más que ella… y no tenía ojos para nadie más.

Alguien la quiso como nadie más pudo hacerlo, alguien la conoció más profundamente que nadie más llegó a hacerlo, alguien se preocupó por ella como ninguno más lo haría… alguien esperaba pacientemente por ella, como nadie más lo hacía, y alguien la perdonaba como ningún otro lo hacía. ¿Por qué ella lo ignoró? ¿Acaso no veía que lo suyo era amor? ¿Acaso no valoraba esa dedicación y fidelidad aun sin obtener nada a cambio? ¿Tal vez pensaba que es tan normal recibir esa clase de dedicación que podría intentar encontrarlo en alguien ajeno, que aún no conocía? Estas y muchas preguntas más podríamos hacer…

Él la quería, se notaba, todos lo notábamos. Él la conocía como nadie lo haría nunca, la entendía, la escuchaba y la perdonaba siempre. Él vertió lágrimas por ella, de dolor, de rabia e impotencia… y aun así, siempre volvía a intentarlo, pues la veía con ternura, veía que se hacía daño a sí misma, buscando un amor que ya tenía, pero testarudamente buscándolo en otros que jamás la comprenderían y amarían como él a ella. Él conocía cada detalle de ella, todo lo bueno y lo malo, y la quería así tal cual; con sus cosas, sus fallos, sin pintar y recién levantada, con sus ojeras y todos sus defectos…

¿Qué más necesita? ¿Por qué no sabe apreciarlo? Puede que al final lo acabe haciendo, que finalmente llegue el día en que se dé cuenta de que ha perdido el tiempo. Tal vez se arrepienta, tal vez no… pero sé que recibir ese amor le hubiese hecho bien y de saber recibirlo se hubiese evitado años de amarguras. El tiempo vuela, la vida pasa, y nunca es tarde para luchar y empezar de nuevo… quizás ella se dé cuenta, ojalá lo haga a tiempo.

© Autor: Ana María Zaplana
en calidad de Invitada Especial.