Es difícil decir si se es más feliz siendo una persona flexible o relajada, pues la felicidad no depende sólo de nuestra capacidad de relajarnos y adaptarnos flexiblemente a la situación… pero desde luego que sí puede influir.
Hoy día, damos mucha importancia a saber organizarnos, a ser competitivos, aprovechar bien el tiempo, sacar el mayor partido a nuestros recursos y un largo etc. Para eso hace falta un plan y mucha voluntad, por lo general diríamos que lo contrario a ser relajados.
¿Qué pensamos de las personas relajadas?
En general, pensamos que serán unos vagos y fracasados, que no saben lo que hacen, que son un desastre completo. ¿Qué decimos de la persona flexible (esa que se encoge de hombros cuando cambian los planes)? Tal vez que es débil, frágil, inerte, pusilánime y pasivo. ¿Qué opinamos de la persona que sigue sonriendo después de un revés? ¡Pues que será una persona perezosa o sin objetivos!
También hay ventajas en ser personas relajadas:
Pese a todo lo malo, poder estar relajados incluso en las circunstancias más adversas, es algo que viene bien:
- Te permite aceptar, instantáneamente, otras opciones como válidas (sin sufrir, sin perder el sueño, sin agobios).
- Te ayuda a aceptar las cosas como vienen cierra la puerta a una gran cantidad de sentimientos negativos que asolan a los que intentan controlar el mundo.
- Te permite ser flexible hasta el punto de poder adaptarte a lo que sea sin pestañear es uno de los mejores ingredientes para la felicidad.
Hay desventajas en no ser relajados y flexibles:
Cuando el plan falla, ¿qué hace una persona cuadriculada? Pasarlo mal. La persona cuadriculada, inflexible y estructurada sufre cuando el mundo no fluye a través del angosto camino que ha diseñado para sí. Piensa mucho en el futuro (qué pasará mañana si hago/no hago esto) en lugar de disfrutar el presente. Se angustia pensando en las consecuencias en lugar de adaptarse a lo que le está ocurriendo.
La persona que se aferra a un horario estricto sufre cuando su horario se tambalea. De inmediato comienza a agobiarse por todo lo que fallará (mañana o más tarde) a causa del cambio de horario.
La persona que se aferra a unos hábitos estrictos sufre cuando algo le impide completarlos, sintiéndose fracasada, ansiosa, insegura o culpable.
Por supuesto, todas las personas necesitan ejercitar buenos hábitos, planificar su tiempo y organizarse para conseguir algo en la vida, pero si no existe una buena dosis de flexibilidad, la persona está abocada al sufrimiento, porque, ¿quién puede controlar todo lo que sucede a su alrededor?
Viene bien saber relajarse:
Una persona flexible DUERME MEJOR Y TIENE MENOS ESTRÉS, por lo que en realidad puede resultar ser mucho más eficiente (y feliz) que las personas rígidas y estructuradas. Sí, suelen tener una sonrisa constante en la cara y, muchas veces, dar la sensación de que pasan de todo y de que no se toman las cosas en serio… Pero es muy posible que hayan encontrado un arma poderosa en esa serenidad, calma y falta de organización.
¿Lo malo de ser demasiado relajado y tan flexibles? Puede que exasperen a la gente que les rodea, sobre todo si no respetan sus horarios ni su necesidad de organización. A menudo dan la impresión de que nada les importa demasiado, de que son indiferentes (insensibles) a todo lo que les rodea.
© Autor: Rebeca Byler.