Es bonito dejar que los demás piensen que estás en una maravillosa relación, estable y duradera… Pero a veces no todo es lo que parece, y puede que en realidad todo aparente estar bien porque no te atreves a enfrentar lo que ocurre y huyes de la realidad, como si eso fuese a solucionar tus problemas.
¿Te has dado cuenta? Todos los días huyes:
Iniciaste un camino con la mirada hacia adelante, para escapar del dolor; lo haces con todas aquellas cosas que se descomponen y huelen a podrido… pero que aún insistes en mantenerlas “desodorizadas”, pensando que la gente no lo advertirá, que no se darán cuenta de lo mal que estás. Tu matrimonio huele mal, pero no importa, haces de cuenta que todo está bien, inviertes tiempo en hacer cosas por tu marido, cosas que él no aprecia, pero insistes en quedarte ahí. En realidad, aunque parezca lo contrario, con todo esto huyes: huyes de la realidad eventual de quedarte sola. ¿Acaso ya no lo estás?, con tal de salirte con la tuya aceptas infidelidades, maltrato, apatía, porque es menos doloroso que emprender el camino sola.
Huyes del miedo a la desaprobación:
En tu empleo cada día dices aquello que realmente no piensas, y festejas lo que no sientes, porque si fueses menos cobarde serías auténtica, pero eso te dejaría fuera de juego. ¿Quién quiere gente auténtica?, ¿a gente que responda con sinceridad? Cada quién quiere escuchar exactamente lo que quiere escuchar, entonces huyes de la posibilidad de ser tú misma, y elijes ser lo que los otros dicen que debes ser, y aunque eso no te genere plena felicidad, al menos es menos doloroso que no sentirte aceptada.
Huimos para no confirmar nuestros temores:
Huimos todo el tiempo de nuestros miedos internos y de las expectativas que proyectamos en el futuro, huimos porque no queremos que nos alcance esa realidad de que se repita lo que ya ocurrió alguna vez o lo que tememos que ocurra y entonces huimos, para que no nos alcance la vida. Pero la vida nos espera a la vuelta de la esquina con la lección perfecta y necesaria para nuestra evolución.
Huir de la realidad no soluciona nada:
Dejar de huir nos volvería a todos más saludables, enérgicos, plenos y satisfactorios. Construiríamos una sociedad sustentada en el orden y el respeto, en la empatía, y en la grandeza de nuestro ser, pero para eso necesitamos dejar de huir, regresar a dónde no queremos y confrontar la vida.
Sin confrontar lo que nos duele o lastima nunca vamos a lograr sanar, constantemente miramos la cicatriz y los recuerdos la hacen sangrar, ¿estás dispuesta a dejar de huir? ¿Qué cosas en tu vida sabes que no funcionan? ¿Qué serías capaz de hacer para soltarlas?
Dejar de huir es simplemente aceptar que hay infinidad de cosas que no nos gustan en la vida, y que aunque corramos más rápido van a seguir estando. La vida nos es un escenario para cumplir nuestros caprichosos deseos, es un camino de evolución.
© Autor: Chuchi González.
Yo no quiero hacerle daño y por eso dejo que intente recuperar el amor que le perdí.
No quiero dejarlo solo indefenso, me da miedo que sufra.
Por eso finjo amarlo aunque ambos sabemos que no es así. Aveces me presiona de forma sutil a que haga cosas que no me salen.
Estoy muy triste y el no lo ve
Se lo que sientes amiga, el papa de mi hijo es excelente padre y al final excelente pareja pero ya o lo amaba, tardo anos en comprender como tratarme como pareja, el nunca me maltrato físicamente ni verbalmente, pero no me atendía, no era un compañero.
Eso gastó el amor que sentía por el. Cuando vino a reaccionar ya era tarde, por lastima quise que todo funcionara porque el me lo pedía y luego de un año tome las fuerzas de dejarlo aunque el no aceptaba.
Hace años de eso y ambos estamos muchoejpr, cada uno con pareja estable y feliz.
Mi hijo lo ama, hemos llevado una relación de padres separados muy saludable y eso es lo importante.
Ahora que el niño está más grande lo entiende, cuando era más peque no entendía pero es normal