No es malo tener algo de ego, si aprendemos a controlarlo

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Un poco de ego puede incluso ayudarte… pero si tienes demasiado, mal acabarán las cosas. Aprende a controlarlo y controlarás tu vida.

Cuando alguien se halaga a sí mismo o cuando habla bien de su propia persona, tendemos a pensar que es alguien con mucho ego. Si un conocido intenta que nos fijemos en lo bien que hace las cosas, pensamos “¡uff, qué ego!”. Es como si hablar bien de uno mismo estuviese mal, y que consideramos que el foco debe estar en las “desvirtudes” y la humildad…

El ego es parte de nuestra esencia humana:

Es parte de nuestra personalidad, y en cierto modo, de nuestra falsa identidad; porque consiste en cómo nos ven los demás, no en cómo somos realmente. Aquello a lo que dicen ser “tu ego”, se refiere a la percepción que los demás tienen de ti. Tu ego, es una mirada que los demás dijeron que eras. Desde que naciste, si eras curioso, porque tocabas todo, o enojón porque llorabas, así creciste y hoy crees que eres curioso y enojón, y justificas tus resultados desde ahí. Incluso crees que no lo podrás cambiar, porque así ERES desde siempre.

El ego es una explicación que haces sobre ti misma en base a la mirada que otros hicieron primero, entre ellos tus padres, familiares, la escuela y que te acostumbraste a creer y vivir desde ahí.

Todos tenemos ego, pero podemos controlarlo:

Todos tenemos algo de ego, tenemos que aprender a domesticarlo. Si no lo haces, tu ego, la falsa imagen que tienes respecto de ti mismo, puede volverse en contra y hacerte experimentar cosas dolorosas.

Un poco de ego está bien… ¡pero no te pases!

Tenemos que saber valorarnos:

Desvalorizada te sentirás víctima de todo mundo, ahí todo mundo te hace, nadie te consulta, las cosas las hacen para dañarte, no te valoran, no te escuchan, no te respetan ni hacen importante. Sentirás que el resultado de tu vida no tiene que ver contigo, sino con las circunstancias.

…pero sin volvernos creídas:

Si llegas demasiado lejos con tu ego, sentirás grandiosidad, te sentirás mejor que los demás y te volverás una persona déspota, tirana, impondrás tus reglas, tus modos y formas, y nunca aceptarás tus errores.

Al final, el ego siempre nos hace sufrir:

Cualquiera sea el personaje que tu ego elija, te llevará al sufrimiento.

El ego, en su justa medida

Controlando tu ego, controlas tu vida:

Si aprendes a domesticar tu ego, entonces vivirás en equilibrio, con un amor propio sano, que te permitirá saber cuales son tus virtudes y tus limitaciones.

El alimento preferido de los egos no domesticados son el miedo y la comparación, si te vives comparando con lo que no eres, ni tienes siempre sentirás miedo, y cuando vivencias miedo es porque siempre te está comparando con algo o alguien.

Aprender amarte y valorarte parte de tu relación con tu ego, implica saber quién eres y lo mucho que vales. Si lo olvidas tu ego te comerá, pero si te conectas con tu fuente, tu ego será un buen amigo a lo largo de tu estadía en la tierra.

© Autor: Chuchi Gonzalez.


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