A estas alturas nuestras hijas e hijos ya se han establecido en su nueva rutina escolar. Los frenéticos días de preparación (compra de libros, material, ropa, etc.) pasaron y comienza, al fin, la repetitiva rutina que marcará el ritmo de los siguientes nueve meses.
¿Pero cómo será esta rutina? ¿De qué manera viviremos estos largos meses? ¿Será un curso cargado de actividades extraescolares, tareas y quehaceres? ¿Habrá acaso un hueco para la quietud y el descanso?
Queremos lo mejor para nuestros hijos:
Como madres y padres, queremos lo mejor para nuestros hijos. No queremos que se queden atrás. Tienen que ser los mejores en idiomas, música, deporte, robótica, danza, ajedrez, informática… Lo hacemos pensando en su futuro, para que tengan las mismas opciones que los demás, para que no se les cierre ninguna puerta. Pero hay una creciente preocupación entre los profesionales de la salud mental y emocional porque, dicen, estamos sobrecargando a nuestros hijos.
¿Cómo puedes saber si tus hijos están sobrecargados?
- Nunca les ves quietos, sin nada que hacer. Los niños y jóvenes necesitan pasar un rato sentados en el sofá, relajados, leyendo una novela, escuchando música, o incluso viendo la tele… un ratito de relax es fundamental, pues es el momento del día en el que nadie les exige nada.
- No hacen el tonto, no se divierten. Los niños tienen que sentir que pueden perder el tiempo comportándose como niños. Si no tienen tiempo para eso ahora, ¿cuándo lo tendrán?
- ¡Ya no ves a su mejor amiga! Si ya no tienen tiempo para pasar con los amigos, eso es que están demasiado ocupados.
- No les da tiempo a terminar la tarea de clase. A menudo tienen que levantarse pronto por la mañana para poder terminarla. Esto hace que se acuesten con ansiedad y se despierten estresados.
- Están deprimidos. A veces tantas exigencias hacen que pierdan la confianza en sí mismos. Sienten que no dan la talla, de que deberían hacerlo mejor, practicar más, meter más horas…
- Se quejan de dolores de cabeza, de dormir mal, de dolores en general… esto es un claro indicio de que algo no va bien, de que les falta equilibrio.
- Finalmente, ¡tú tampoco puedes más! Si para ti el ritmo es agotador, ¿cómo será para ellos?
Si nuestros niños están sobrecargados, es nuestra tarea como madres (y padres) aligerar esa carga.
¡Son niños!
Por encima de todo, recordemos que todavía son niños. Que más importante que aprender técnicas y habilidades es jugar, descansar y disfrutar de la vida. Que un niño feliz será, en el futuro, un adulto fuerte y motivado para el éxito.
Por eso, en lugar de preocuparnos tanto por su futuro, centrémonos en su presente. Cuidemos de su día a día. Asegurémonos de que descansan, de que ríen, de que sueñan e imaginan…
© 05/10/2018 autor: Rebeca Byler