Las cosas claras antes del matrimonio

Cuando iniciamos la vida en pareja solamente pensamos en construir nuestro mundo sobre bases sólidas que sostendrán para siempre las cuatro esquinas de nuestro hogar… idealizamos a nuestra pareja pensando que es quien nos proveerá de amor, comprensión y felicidad, pero sobre todo pensamos que será quien nos dará la plena seguridad de ser quien nos dará y a quien le daremos la tranquilidad al llegar la vejez.

Cuando te comprometes en pareja (matrimonio o no), confías que siempre estarás junto a tu pareja en amor y fidelidad. Por años trabajas duramente con el objetivo de obtener una economía sólida con la que darle a nuestros hijos lo necesario para sacarlos adelante, ¿pero qué pasa cuando al pasar de los años nos damos cuenta que todo ha sido una mentira, sostenida por nuestra pareja por todo ese tiempo?

Lo que puede ocurrir cuando la relación se estropea:

Una mujer muy joven por ejemplo, se une al amor de su vida, y a pesar de su corta edad, se entrega a la difícil tarea de tener un hogar e hijos, aprende a ser una mujer fuerte, dedica su vida a trabajar hombro con hombro con su esposo… ¿Pero qué pasa cuando los rumores de infidelidad empiezan? ¿Qué pasa cuando la mujer elige ignorar?

Dice una joven mujer:

“Me empezaron a llegar rumores, algunos con buena intención y otros no tanto; hablaban de supuestas infidelidades de mi esposo. Parece ser que todos lo sabían menos yo, porque viviendo en un encierro casi total, dedicada al negocio de los dos, mi hogar y mi familia, no creí ni quise creer lo que de mi esposo se decía.
Me acostumbré a su machismo, no me molestaba, o pretendí que no me molestaba estar controlada en todo, desde mi forma de vestir hasta mi forma de vivir y pensar. No me daba cuenta de que a pesar de estar con él, estaba criando y educando sola a mis hijos, alejada de amigos y familiares. Poco a poco empecé a notar que mi esposo hacía bromas acerca de mí, me hacía quedar en ridículo además de sentir que las criticas eran cada día peores, haciéndome sentir poca cosa, empecé a poner atención a lo que la gente decía y descubrí que no sólo era una sino varias las mujeres que tenía de amante, varias de ellas compartían hijos con él.
Por fin lo enfrenté y no negó nada, con toda la desfachatez me dijo que todo era cierto, me echó en cara lo “vieja y ridícula que estaba”. También descubrí que aunque pensé que todo lo nuestro era de los dos, se las había apañado para tenerlo todo sólo a su nombre con lo que me dejó prácticamente en el calle. Me despojó de todo lo material y se encargó de hablar mal de mí, contando que lo dejé por otro, intentando así arruinar mi reputación. Pero algo había para rescatar y con toda la dignidad me fui a empezar de nuevo.
Nunca me quiso dar el divorcio, tal vez para no retribuirme los largos años de arduo trabajo en el negocio que supuestamente era de los dos. Hoy por hoy soy una mujer feliz, serena, tranquila y lo que es mejor, sin el yugo de su maltrato silente. No supo apreciar lo mucho que vale el amor de mis hijos y mucho menos el mío; sé que soy capaz, sé que con el apoyo de mi familia y amigos podré empezar de nuevo a construir el imperio material que nos fue robado a mis hijos y a mí.”

Los hombres también sufren injusticias:

¿Qué pasa cuando es el hombre quien ha sido estafado no sólo de sus sentimientos, si no también de valores materiales por los que muchas veces ha sido el único proveedor?

Sabemos que hay hombres nobles, fieles, sinceros y dedicados a cumplir los caprichos de una mujer a quien no le importa nada más que lo material, y un día se larga dejado atrás a sus hijos y esposo, sin importarle el dolor y sufrimientos de quien la ama, llevándose lo que por derecho le pertenece a sus hijos.

También los hombres aprenden a ser fuertes y felices por amor a sus hijos, también ellos merecen nuestra admiración y reconocimiento.