Andan por ahí, con su atrevido miedo, portando sus cuarenta y tantos, lindas, leídas, viajadas y sensibles.
Ojo con ellas:
Vienen de cerrar una puerta con decisión, pero sin olvido:
Amaron, construyeron, parieron, cumplieron.
Amaron a su hombre, dieron alas a sus crías y ahora, desentumecieron las suyas: ¡ahí estaban!, intactas, brillantes, soberbias, majestuosas, listas para el vuelo: no ya las de un hornero, sí las de una gaviota, soberana y curiosa.