¿Cuántas veces sentiste un dolor desgarrador y profundo?
¿Cuántas veces el enojo cegó tu mirada hasta verte envuelta en llanto y furia?
¿Cuántas veces se te estrujó el alma y caíste rendida?
Quizás muchas.
Tal vez, pocas.
Incluso basta con una…
Pero si alguna vez amaste y pudiste sentir que el amor no estaba a tu favor y que te lastimaba, entenderás que esas heridas de amor, no son de amor.