En muchas ocasiones de la vida nos ponemos una doble cara para no demostrar lo que realmente sentimos, el dolor que anida en nuestro corazón y apenas nos deja respirar.
Nuestro rostro es como el espejo para los demás, por lo que siempre estamos intentando guardar las apariencias.
Tenemos que hablar con una sonrisa cuando en nuestro interior lo único que realmente deseamos es estar llorando en nuestra casa…