Así como cada día nos duchamos, cada noche al acostarnos deberíamos soltar todo lo que no salió como esperábamos, palabras hirientes, pensamientos derrotistas, dedos acusadores, frustraciones de no llegar a dónde queríamos… Incluso, puede que sea positivo, soltar también lo bueno del día, como la comida con amigas, el beso lleno de a mor y la película que vimos en el cine, pues al final de cuentas, si nos deshacernos de todo, hacemos hueco para volvernos a llenar al día siguiente y al otro.