Para educar a nuestros hijos, podemos intentar imponer nuestra autoridad, pero lo que mejor funciona es respetarles y enseñarles a respetar. Ambas pueden coexistir, pero el respeto nunca ha de faltar.
Si enseñamos a nuestros hijos el valor del respeto mutuo, habremos avanzado enormemente hacia el éxito en nuestra paternidad.