Qué triste es pensar amigas queridas, que una mujer esté o pueda estar privada de su libertad, que no pueda disfrutar de la sonrisa de sus hijos, de la belleza de las flores del campo, del canto de los pájaros, del sonido del agua al correr por los arroyos del bosque y las riveras de los ríos, del aire siempre meciendo las hojas de los árboles, y de los rayos del sol, colándose por las montañas, valles y colinas…