Desde siempre ha existido la idea de que el hombre es el sexo fuerte, el que todo lo puede. Al hombre se le ha enseñado a ser “mejor que la mujer”, y de forma consciente o no, se le ha enseñado a vivir en una constante competencia con la mujer, dentro y fuera del hogar, “porque es él quien lleva los pantalones”, y muy difícilmente acepta que la mujer es tan capaz o más que él en los diferentes terrenos de la vida diaria.