Nos dicen que a tus años y a mis años ya no tenemos edad para amarnos. Que nos espera por todo hogar las cuatro paredes de un asilo, como única ventana la luz de un televisor, como única emoción las partidas de cartas, como única compañía el calor de un animal y como única esperanza esperar un nuevo día.
¡Yo sigo vivo! Mis manos todavía pueden acariciar, y mis labios se mueren por volver a besar los tuyos. Mis pies aún recuerdan los viejos pasos de baile, y mis brazos todavía pueden estrecharte con fuerza, para cálidamente protegerte, otra vez, de cualquier viento.