Desde siempre la mujer ha sido enseñada a obedecer y a ser sumisa.
Hasta hace muy poco era típico enseñarles a las niñas mayores de la familia a cuidar de sus hermanitos mas pequeños, a estar cerca de la madre, a aprender los oficios y a servir a los hombres de la casa.
La mujer aprendió a realizar tareas, tanto las delicadas como las tareas más rudas. Aprendió a almidonar los cuellos y los puños de las camisas, a bordar, a tejer y a hacer maravillas con las manos, pero todo se reducía al pequeño mundo de las cuatro paredes de su casa, aprendió a tratar con cosas de gente grande, muchas veces a ayudar en pequeños negocios, en consecuencia, también aprendió a contribuir a los ingresos de la casa.