Con la edad no se pierde belleza, lo que pasa es que la belleza de la mujer cambia.
Ser mujer mayor y madura
no te resta belleza,
te hace más bonita.
«¿Quién te ha dicho que una mujer vieja es fea? La mujer anciana sólo será fea si insiste en verse joven; entonces será fea con su rostro pintarrajeado, su llamativo lápiz labial, su vestido provocador, esto y aquello. Pero si la mujer anciana acepta el envejecimiento como algo natural, como debe ser, es difícil encontrar un rostro más hermoso que el de la vejez -arrugado por el paso de las estaciones, espejo de incontables experiencias, maduro y sazonado.»
– Osho
Es igual la edad que tengas, ¿qué puede haber en la vida que sea más importante que amarte y cuidarte a ti misma?
Los años pasan, son inevitables, pero te vuelven más inteligente y te dan mayor experiencia de la vida. Con el pasar del tiempo te das cuenta de que cada vez más puedes estar orgullosa de ti misma, de ser quien eres, una mujer madura y plena… ¡Cuántas veces te has mirado al espejo y te has llenado de fuerzas para continuar!
Crecer y envejecer es inevitable,
Madurar sí es opcional, es algo que depende de nosotras mismas. Tenemos en nosotras mismas el poder de crecer en conocimientos, madurez y sabiduría… y no eso es algo que podemos hacer desde ya mismo.
Muchos piensan que la vida se acaba cuando llegas a cierta edad, que al llegar a esa edad ya estás vieja y nadie te podrá amar.
Pero eso es porque no pensamos en verdad en lo que es la vejez, ni en lo que haremos para llevar mejor los años que tenemos.
No hay que tener miedo de envejecer, pues tiene su encanto…
¿A qué edad empieza nuestra vejez?
Relacionamos la vejez con la muerte, con el cansancio y hasta con la perdida del cabello y los dientes…
Me preguntaba una buena amiga, -muy jovencita por cierto: ¿A qué edad empieza una mujer a envejecer? …¡Vaya pregunta!, cada cual envejece cuando quiere.
La edad es relativa y no se puede especificar exactamente a qué hora o en qué momento de la vida, han de aparecer los primeros hilos plateados en las sienes de una mujer, las primeras arruguitas en los ojos, o las manchitas traumáticas en las manos y en los brazos.