Cuando peor van las cosas, cuando más difíciles están para nuestra vida, un granito de fe y esperanza en Dios puede traer una gran mejoría. Â
Cómo pasar los días difíciles
No todos los días son iguales, muchas veces nos levantamos con mucho ánimo, otras veces simplemente no queremos ni levantarnos, nos da pereza empezar un nuevo día…
Tenemos demasiados problemas, nos sentimos cansadas, tan agobiadas de nuestra realidad que preferimos huir y hacer como que no pasa nada, y que todo está bien en nuestras vidas.
Todos los días pueden sorprendernos
«Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia.»
—”Paulo Coelho
Hola amigas, en estas palabras existe una gran verdad. Cuando nuestro día a día se ve afectado con tanto desaliento, tanto pesar, y nada sale como quisiéramos… perdemos la esperanza y lo peor de todo, perdemos la fe. No sólo en nosotras mismas, sino que lo perdemos en Dios, aún cuando sabemos que por muy mal que vayan las cosas Él siempre estará.
No todos los sueños se cumplen
Siempre soñamos con cosas que deseamos, cosas tales como viajar, estar junto a nuestro amor, poder abrazar a personas, tener un coche, una casa, y básicamente cualquier cosa…
¿Pero qué pasa cuando estos sueños no se cumplen?
Cuando nuestros sueños no se hacen realidad nos consolamos diciendo que no era lo que Dios quería para nosotras, o que simplemente hemos tenido mala suerte en la vida…
Si tú lo crees, las cosas podrán cambiar
Hay momentos de la vida en las que nada sale bien, todo va mal, sólo hay sufrimiento y no hay salida a la vista.
Ante una adversidad así, sólo queda la fe, creer que las cosas pueden cambiar, creer en ti misma, en tu capacidad de salir adelante forjando tu propio destino.
Ese pequeño acto de fe puede hacer la diferencia. Cree, ten fe, la vida cambiará si tú lo crees así.
No dejemos de dar gracias a Dios
No hay nada que alegre más el alma del ser humano, que saber reconocer sus propios errores, enmendar el camino andado, y sobre todo, tener esa enorme capacidad de amarse tanto como para entregar esa misma calidad de amor a su prójimo.
Dios nos bendice a cada instante, nos llena de su inmenso amor, nos abraza en los momentos en los que el dolor nos abate, nos abre las puertas que necesitamos para nuestro bien, nos aleja de las cosas negativas, no nos da más de lo que podamos resistir, no escatima en cuanto a las alegrías que nos da, y las bendiciones no nos faltan, pues las recibimos a granel día a día… así es el diario vivir con nuestro Padre Bueno.