Pero la vida puede ser bella si aprendes a mirar con buenos ojos lo que tienes por delante.
Hay muchos motivos por los que estar feliz, abre tus ojos, comienza a contar tus bendiciones… y camina con la cabeza bien alta, eres una mujer maravillosa.
Pero la vida puede ser bella si aprendes a mirar con buenos ojos lo que tienes por delante.
Hay muchos motivos por los que estar feliz, abre tus ojos, comienza a contar tus bendiciones… y camina con la cabeza bien alta, eres una mujer maravillosa.
Es posible vivir apasionadamente, resurgir a la originalidad y ser autenticas en todos los aspectos de nuestra vida.
Seamos las portadoras de veracidad en nuestras emociones, sentimientos y acciones de nuestra vida.
Podemos vivir apasionadamente si somos auténticas y verdaderas con nosotras mismas y aquellos que nos rodean.
Lo que importa es lo que sientes: deja atrás el pasado y suelta los errores del ayer; ahora puedes ser feliz con lo mucho o lo poco que tienes. Es tu decisión, pero nunca es mala decisión escoger vivir con alegría.
La vida casi nunca es como quisiéramos, está llena de desilusiones, decepciones, traiciones y nuevos problemas que llegan cada día.
Podemos vivir enojadas, recordando en cada momento el infortunio de nuestras vidas, y tendríamos justificación para pensar así.
Pero con un enojo constante no podremos ser felices, y ¿qué mas da que no todo sea como quisiéramos? Dejemos el desánimo de lado y vivamos la vida en plenitud.
Si hablamos de forma negativa, fea y pesimista, ese sentimiento se nos puede acabar albergando en el corazón.
En cambio, si nos esforzamos en expresarnos de forma positiva, la forma en la que veamos la vida puede cambiar a mejor.
Unas pequeñas palabras pueden hacer una gran diferencia en nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
Un “me gusta”, un “te amo”, un “qué bien te quedó”, un “cada día te veo mejor” o un simple “gracias” pueden hacer que el día sea mejor.
Intentemos ser conscientes de la importancia de escoger bien las palabras. De expresarnos de forma positiva. Nuestras vidas serían mucho mejor.
Cuando nuestros sueños se ven cumplidos y la felicidad llena nuestras vidas, es fácil dejarnos llevar por la alegría y no percatarnos de que mientras celebramos podemos estar perdiendo algo valioso:
Cuando estemos felices, hagámosles partícipes de nuestra alegría. Y aunque en esos momentos no les necesitemos tanto, la vida da muchas vueltas y los volveremos a necesitar. Si los cuidamos, ahí estarán para nosotras.
La vida es como un árbol que da frutos: en ocasiones lo ignoramos, otras veces escogemos probar sus frutos.
—¢ Unos frutos son dulces, buenos y añaden placer a nuestra vida.
—¢ Otros frutos son amargos, agrios, están pasados, pudriéndose y nos hacen mal…
Hay quienes siempre escogen vivir amargadas y quienes siempre buscan lo mejor para disfrutarlo y compartirlo. La elección es nuestra.