Habitualmente creemos que somos el resultado de lo que sucede en nuestro exterior, sin embargo nosotras somos los responsables de lo que nos ocurre, pues en nuestras manos tenemos la posibilidad de ser felices o no.
La ira, el enojo o el malestar no son virus que andan dando vuelta por el aire y que en un respirar inocente se introducen en nuestro organismo.
Nosotras somos los generadores de esas emociones que nos intoxican cada día.