Una mujer bella, dicen generalmente los diccionarios, es “aquella en cuya contemplación se deleitan los ojos”.
¿Los ojos de quién? Esta pregunta entraña una de las razones por las cuales la definición de la belleza femenina no cabe dentro de líneas fijas e invariables. Esta belleza depende siempre de quién la mira o con qué ojos se mire.