Lo que sale por nuestras bocas trae consecuencias. Todo lo que decimos es escuchado, aunque no sea más que por nosotras mismas.
Cuidemos lo que decimos, tengamos cuidado con las palabras que utilizamos.
Más vale callar que hablar de más.
Tus palabras tienen poder.
Con tus palabras influyes positiva o negativamente sobre la vida de quienes las escuchan.
Tú tienes el poder de influir de forma positiva sobre tus compañeros, familiares y pareja. El poder está en tus palabras.
Dicen que lo que siembras cosecharás… siembra palabras buenas y la cosecha será buena.
Todas criticamos y somos criticadas. Nadie se libra de la crítica y de realizar una crítica. Unos son más criticados, y otros son los que más critican…
Pero una mujer valiosa y segura de si misma no tiene necesidad de andar todo el tiempo buscando y señalando los defectos en los demás. Intentemos no criticar, y si realmente es necesario, que sea de forma constructiva, para ayudar.
Los humanos nos acostumbramos a todo, como a los ojos morados, los insultos y faltas de respeto. Tanto así que a veces lo asimilamos como “parte del amor”.
Esto afecta incluso nuestras propias relaciones, pero no tenemos porqué aceptarlo así, y hay cosas que podemos hacer para mejorar nuestras relaciones, comenzando por educarnos como pareja, en lo que queremos, sentimos y necesitamos.
Hay una máxima en la comunicación que establece que
Por mucho que nos quedemos calladas, siempre estamos diciendo algo. El silencio habla, nuestra vergüenza habla, nuestros gestos corporales y rostro habla… y a veces no dice lo que realmente sentimos. ¿Por qué callar? ¿Por qué no decir lo que sentimos y creemos?
Casi todas las melodías tienen un punto en común: el amor y la comunicación.
Nos comunicamos más con nuestros gestos que con nuestras propias palabras. Damos tanta o más importancia al cómo nos dicen las cosas, que a las palabras en si.
Por eso, si queremos estar seguras de que se entienda bien lo que queremos decir y ser convincentes, debemos saber ser expresivas con nuestro cuerpo, nuestros gestos y modos.
No es que debamos “hablar por hablar”, pero sí saber hablar y no callarnos cuando debamos hacerlo.
Paradójicamente pasamos más de la mitad del tiempo hablando de banalidades, cosa que no está mal en pequeñas dosis, pero el problema llega cuando por pronunciar dichas palabras irrisorias, nos olvidamos de pronunciar aquellas bellas palabras que debemos exteriorizar, compartir con los demás y con nuestro espíritu…
Cuando pensamos en unir nuestra vida a la de otra persona, nuestra mente se concentra en solamente “ser felices hasta que la muerte nos separe”, muy poco nos ponemos a pensar que el deseo de unirnos a otra persona puede ser sólo la combinación de hormonas e ignorancia, o por no querer estar solas. No cabe duda que el amor puede conquistar muchas cosas, ¿pero nos detenemos a pensar que existen muchas diferencias y problemas que surgen tan pronto como la convivencia empieza?