Entre el ajetreo de la vida, casi no tenemos tiempo de pensar y observar las cosas más sencillas y básicas de aquello que nos rodea, y mucho menos, de mirar y observar nuestro interior. Pero hacerlo puede ser liberador.
¿Pertenecer o aparentar?
Soy mujer, segura de mí misma. No soy una nube a la que se la lleva el viento. Yo forjo mi destino y aprecio lo que tengo, cosas, amigos y familia. Disfruto de quien soy.
No, no me dejaré llevar, no quiero aparentar, quiero ser siempre yo misma.
Antes de cambiar al mundo… ¡cámbiate a ti misma!
El ser humano, en su afán incansable de modificar todo aquello que no le agrada del mundo y de sus semejantes sostiene la idea de que es fundamental que los demás sean quienes cambien, para que las cosas puedan mejorar.
Pero es aquí cuando surgen interrogantes como: ¿y nosotras? ¿Por qué no nos damos también esa oportunidad de cambiar? ¿Acaso nuestras conductas y actos son siempre las mejores?
Una historia de Internet: Él era ella
Es un día normal de su vida: el trabajo, las labores cotidianas del hogar y después el descanso, sentarse en el computador y navegar por Internet, unas veces leyendo poesía, otras tantas charlando en el messenger…
Ella tiene pasión por escribir y encuentra un foro en el que compartir sus letras y poesías. Ahí conoce a muchas personas. Ella es una mujer alegre, bella tanto en su exterior como en su interior, sensible y sencilla, nadie como ella para abrazar en sus letras a todo aquél que se cruza en su camino, de naturaleza tranquila, siempre con palabras de amor y consuelo para todos los que cruzan en su vida…
Internet: Identidad oculta
Fácilmente podríamos encontrarnos involucradas en situaciones similares a la historia que hoy les traigo, una historia real de Internet en la que se nos presenta una identidad muy distinta a la que realmente se tiene.
Elena y Víctor se conocieron por la Internet. Ambos son muy jóvenes, y afectos a la poesía, a la música, al diseño y a las artes de la literatura. Ella es una chica muy hermosa, inteligente, hábil para las relaciones humanas, muy recatada y más bien reservada e intimista, pero solícita y dispuesta. Él, un chico serio, formal, amoroso y entregado, muy sincero en sus afectos y un caballero en todo sentido.
Creí conocerme
Alguna vez creí conocerme… Pensé que sabía cómo era, que ya había visto todas y cada una de mis expresiones al ser la encargada de manejarme a mí misma.
Entonces…
¿Quién mejor que yo para saber cómo soy?
Esa pregunta parece tener una respuesta bastante lógica, sin embargo, la vida da muchas vueltas y terminamos descubriendo otras facetas nuestras. En esto último, debo decir que tienes cierta cuota de responsabilidad, pues has sido tú quien me ha enseñado que apenas conocía la capa de mi forma ya que mi forma es más extensa de lo que creí.