Me preguntaba un sacerdote amigo: ¿Por qué escribes tantas cosas con esa seguridad? Humildemente levanté la vista para contestar: «Ay padre, será porque siempre escribo cada letra con el corazón puesto en mis manos y con mis ojos a veces bebiéndose mi propio llanto»
¿Quién podría escribir tantas cosas desde el alma sin abrazarse con el corazón de la lluvia de Dios? ¡Me encanta deslizar mis pasos suavemente bajo la lluvia, porque en las huellas voy dejando todos mis tropiezos de enseñanza!
Veamos entonces mis amigas queridas todas, qué, o cuál vínculo tan lleno de misterio se encierra en la dulce lluvia que cae del cielo en las tardes de verano, con las lágrimas de una mujer