“El primer beso no se da con la boca, sino con la mirada”, dijo acertadamente Tristan Bernard.
No existen las almas gemelas
En algún momento de la vida, buscamos a nuestra alma gemela, pero parece una tarea casi imposible, ¿verdad? Buscándole, nos aventuramos a mudarnos de ciudades, a tener relaciones destructivas, soportar vejaciones, cambiarnos el look, adelgazar, hacer ejercicio, tatuarnos su nombre… o simplemente renunciar a cualquier amor posible, entre otras. El alma gemela es como la felicidad, la búsqueda constante, inconstante, perenne. Siempre vamos hacia ella cuando elegimos “tener pareja” porque nadie quiere tener “cualquier pareja”, sino “estar junto al alma gemela” ¿quién no?