A veces quisiéramos decirle a alguien lo mucho que le apreciamos y lo mucho que significa para nosotras…
¿Por qué nos complicamos tanto? ¿Por qué nos cuesta tanto regalarnos unas palabras de cariño, amor y aprecio?
Cada vez somos más las mujeres que debemos trabajar para contribuir a la economía de la casa…
Entre el cuidado del hogar, los niños y el trabajo casi no tenemos tiempo para más (y lo mismo le sucede al hombre esposo con sus horas extra de trabajoAsí es muy fácil acabar descuidando el tiempo que nos dedicamos el uno al otro, el tiempo de relación de pareja, el romanticismo y el amor… y no debemos descuidar eso.
Esa dependencia suele limitarnos, nos crea remordimientos y sentimientos de culpabilidad por cosas que no debiéramos sentirnos así. Como mujeres fuertes y valiosas que somos, debemos aprender a libremente ser nosotras mismas.
Si llegamos a un consenso, diríamos que revivir una relación pasada cuando se ha sufrido y se han tenido malas experiencias, en la mayoría de los casos no es recomendable.
Sin embargo, en honor a nosotras mismas, muchas veces debemos darnos el “lujo” de mirar atrás para poder reconocer con certeza qué es lo que en realidad estamos sintiendo.
Miles de veces he escuchado en boca de mujeres y en la mía propia por supuesto, la creencia totalizadora “los hombres son todos iguales”.
Millones de veces hemos sido víctimas de su pronunciada carga emocional: Los hombres son todos iguales.
¿Son realmente iguales? Y si lo son, qué dice eso de nosotras las mujeres?
Creer para ver
y no ver para creer…
Suena raro pues nos hemos acostumbrado a vivir de lo que vemos; “ver para creer” se ha convertido casi que en una regla y sencillamente todo lo que se aleja de nuestro espectro visual desaparece…
“La gratitud es un valor que se nutre y se fortalece al practicarlo constantemente.”
Es bueno estar siempre agradecidas, y todavía mucho mejor llegar a expresar nuestro agradecimiento. Intentemos no guardarnos las “gracias”, aprovechemos cada oportunidad que tengamos para hacerle saber a las personas que han contribuido a nuestra felicidad, que estamos agradecidas.
Una mirada hacia los prejuicios que nos separan.
—¢ Ellos son: Infieles, mentirosos, vagos, indiferentes, apáticos y más…
—¢ Ellas son: Difíciles de entender, posesivas, celosas, histéricas…
Tanto los hombres como las mujeres tenemos prejuicios el uno acerca del otro, y eso puede estar jugando en nuestra contra, haciendo que nuestra relación sea más complicada de lo que debiera ser…
Para aprender a amar a los demás empecé por amarme a mí misma, a aceptar que soy como soy, y a confiar que mis decisiones son las correctas.
Para ello me apoyo en mis aciertos, acepto el amor que se me da y acepto las críticas, porque soy una mujer dispuesta a estar en este mundo y a aprender a vivir en él, estoy aquí por alguna razón y trato de ser coherente con mis propias ideas y convicciones.
Cuando tomamos una decisión pensamos que es la mejor opción que tenemos en el momento. Confiamos que es lo mejor para nosotras.
Pero las decisiones caducan, porque con el paso del tiempo, con el cambio de circunstancias y con nuestra propia madurez podemos ir descubriendo mejores opciones a la decisión que habíamos tomado. Somos mujeres, somos valiosas… y podemos cambiar nuestras decisiones.