Cuando un hombre nos es infiel nos sentimos despreciadas y engañadas. Preguntamos ¿y quién es ella? y automáticamente la convertimos en nuestra enemiga.
“Por culpa de la amante perdimos el amor y la fidelidad de nuestra pareja. Ella le engañó.”
O eso pensamos… porque realmente, la culpa no es de ella. Ambas somos victimas: ha sido el hombre quien ha fallado, quien no ha sabido cumplir sus promesas, ha sido él quien ya no nos merece. Es él quien debiera ser considerado un plato de segunda mesa, y bastante malo por cierto.