El amor no siempre se presenta en gestos grandiosos o momentos de película; a menudo, se halla en las rutinas más mundanas y los hábitos que nos hacen fruncir el ceño. Aquí te mostramos cómo esos pequeños actos diarios, lejos de alejarnos, refuerzan los lazos afectivos y nos recuerdan que amar es, en esencia, aceptar al otro en su maravillosa imperfección.