¿Podemos permitirnos ser abuelas y a la vez enamorarnos como unas colegiadas?
¿Es el amor algo que debamos sacrificar a partir de cierta edad, en pos de guardar la compostura y cumplir con el rol social que la familia espera de nosotras?
¿Prejuzgamos a nuestros mayores haciéndoles sentir incómodos con la posibilidad de volver a enamorarse?