La sabiduría popular, dentro de su gran abanico de posibilidades, asegura que “quien juega con fuego, se quema”, sin embargo, muchas veces nos creemos pirómanas, expertas en tragar y hacer malabares con fuego sin que su calor nos llegue a rozar ni tan siquiera por un milímetro.
No en vano se pronunciaron estas palabras y hay muchas formas de quemarse, no sólo el cuerpo sino también el alma y el corazón.