Estoy segura de que si la luna se asomara en el espejo del río, exclamaría como cualquier otra mujer:
«¡Dios mío, qué pálida estoy!», y enseguida correría a maquillarse como lo hace cualquier otra mujer que tampoco está conforme con su verdadero rostro, el que Dios le dio y el que por legítimo derecho humano le pertenece… ¡al natural!
¿A qué saben tus labios, mujer?
Amigas queridas:
Hoy vamos a tratar un tema muy bonito y agradable para todas nosotras las mujeres: ¡El sabor de nuestros labios!
Y es el propósito aquí y ahora, que nos demos cuenta todas, del poder tan grande y seductor que tiene esa parte de nuestro rostro, a la que muchas amigas le ponen especial atención en su arreglo personal, tanto… o más que a los ojos, al pelo o a las mejillas.
El rostro de la mujer
Amigas queridas:
Hoy vamos a tratar un temita lindo, que seguramente nos será muy reflexivo y útil para aplicarlo a cada una de nosotras si estamos de acuerdo, y si no, pues a desecharlo como pañuelo usado al cesto de la basura.
El rostro, generalmente es la parte del cuerpo al que más atención le ponemos las mujeres. Tan pronto amanece cada día, lo primero que hacemos es tocarnos la cara y sentir la suavidad femenina e inmediatamente nos vamos a mirarnos en el espejo que tenemos más próximo para poder comprobar si amaneció bello, o si nos nació una pequeña imperfección por la cual, nos tiramos a matar, dando gritos al cielo: