Ya estamos a unas cuantas horas de recibir la Navidad en nuestros corazones. Y aunque algunos corazones se encuentren rotos o sangrando por algunas frescas o añejas heridas del alma, hoy vamos a abrir nuestro altar del alma para dar gracias, aún en medio de dolor inenarrable que atraviesa como dardos, las paredes de un corazón de mujer.